miércoles, 5 de diciembre de 2007

Sollozó.

Sollozó como no lo había hecho durante mucho tiempo ha. Sollozó por su vida carente de sentido, sus planes rotos, sus esperanzas, sus días felices tornados en lo más tristes, su voz cascada, sus inseguridades, miedos, reflejo, mirada. Sollozó hasta llorar tapándose la cara con las manos en un largo convulsionamiento en el que dejaba escapar a su alma encerrada.
Y disfrutó.


sábado, 1 de diciembre de 2007

Canibalismo.

Hay varias maneras de comerse a una persona. Empezando porque debe ser diferente comerse a una mujer que comerse a un hombre. Yo he visto comer hombres, pero no mujeres. No se‚ si me gustara ver comer a una mujer alguna vez. Debe ser muy diferente. Lo que yo por mi parte conozco, son tres maneras de comerse a un hombre. Se puede partir en seis pedazos a la persona: cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas, incluyendo, claro esta, manos y pies. Sé que hay personas que parten a la persona en ocho pedazos, ya que les gusta sacar también las rodillas, el hueso redondo de las rodillas, recubierto con la única porción de carne roja que tiene el ser humano. La otra forma que conozco es comerse a la persona entera, así no más, a mordiscos lentos, comer un día hasta hartarse y meter el cuerpo al refrigerador y sacarlo al otro día para el desayuno, así. Como comerse un mango a mordiscos. Porque yo puedo decir que a mi antes me gustaba muchísmo el mango verde, y después vino esa moda de partir el mango en pedacitos y fue apenas hace como una semana que me vine a dar cuenta que los mangos verdes me habían venido a gustar menos y supe también que era porque me los comía partidos, así que seguí comprándolos enteros, comiéndolos a mordiscos, y me han vuelto a gustar casi tanto como cuando estaba chiquito. Eso mismo debe pasar con los cuerpos.


"Canibalismo", Andres Caicedo.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Bla, bla, bla, blah


Me he sentado en la silla, y te he echado de menos.



Me encanta al fin sentir.


lunes, 12 de noviembre de 2007

Nada Es Importante

¿Qué importancia puede tener que yo me atormente, que sufra o que piense? Mi presencia en el mundo no hará más que perturbar, muy a mi pesar, algunas existencias tranquilas y turbar -más aún a mi pesar- la dulce inconsciencia de algunas otras. A pesar de que siento que mi propia tragedia es la más grave de la historia -más grave aún que la caída de los imperios o cualquier derrumbammiento en el fondo de una mina-, poseo el sentimiento implícito de mi nimiedad y mi insignificancia. Estoy persuadido de no ser nada en el universo y sin embargo siento que mi existencia es la única real. Más aún: si debiera escoger entre la existencia del mundo y la mía propia, eliminaría sin dudarlo la primera con todas sus luces y sus leyes para planear totalmente solo en la nada. A pesar de que la vida me resulta un suplicio, no puedo renunciar a ella, dado que no creo en lo absoluto de los valores por los que debería sacrificarme. Si he de ser sincero, debo decir que no sé por qué vivo, ni por qué no dejo de vivir. La clave se halla, probablemente, en la irracionalidad de la vida, la cual hace que ésta perdure sin razón. ¿Y si sólo hubiera razones absurdas de vivir? El mundo no merece que alguien se sacrifique por una idea o una creencia. ¿Somos nosotros más felices hoy porque otros se sacrificaron por nuestro bien? Pero, ¿qué bien? Si alguien realmente se ha sacrificado para que yo sea hoy más feliz, soy en realidad aún más desgraciado que él, pues no deseo construir mi existencia sobre un cementerio. Hay momentos en los que me siento responsable de toda la miseria de la historia, en los que no comprendo por qué algunas personas han derramado su sangre por nosotros. La ironía suprema sería darse cuenta de que ellos fueron más felices que nosotros lo somos hoy. ¡Maldita sea la historia!
Nada debería interesarme ya; hasta el problema de la muerte debería parecerme ridículo; ¿el sufrimiento?-estéril y limitado; ¿el entusiasmo? -impuro; ¿la vida? -racional; ¿la dialéctica de la vida?
-lógica y no demoníaca; ¿la desesperación? -menor y parcial; ¿la eternidad? -una palabra vacía; ¿la experiencia de la nada? -una ilusión; ¿la fatalidad? -una broma... Si lo pensamos seriamente, ¿para qué sirve todo ello en realidad? ¿Para qué interrogarse, para qué intentar aclarar o aceptar sombras? ¿No valdría más que yo enterrase mis lágrimas en la arena a la orilla del mar, en una soledad absoluta? El problema es que nunca he llordo, pues mis lágrimas se han trasformado en pensamientos tan amargos como ellas.



Emile Cioran BREVIARIO DE PUDREDUMBRE (1949)

domingo, 11 de noviembre de 2007

Imbécil.

¿Pero cómo puede ser? De tan exquisita que te has vuelto ahora eres imbécil. Sí, te miras en el espejo y te lo dices: i-m-b-é-c-i-l. Que placer, y tan a gusto que te quedas.

Pero sigues sin explicartelo, ¿cómo puede ser? Durante toda tu vida te has ido poniendo ese pequeño caparazón aislante que se supone que te haría inmune. Y vaya si lo ha hecho, llevas dos años enteros fría, pero ahora... no le conoces. No sabes cuál es su cara. No sabes su nombre. No conoces nada excepto como se expresa, piensa, escucha, habla y se interesa.

Y te das cuenta: estas enamorada de una idea. Mejor no ponerle cara.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Folla.



Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo a una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!"


Martin (Hache).


miércoles, 7 de noviembre de 2007

Super Trve


El pobre Larry, el pobre aficionado al rock gótico. Con manchas de maquillaje negro por toda su cara empolvada de blanco, con las uñas pintadas de negro y el pelo largo y greñudo teñido de negro... Comparado con la gente a la que realmente le habian sacado los ojos los pájaros, con la gente muerta de verdad a los que se les retraían los labios dejando al descubierto los enormes dientes muertos, comparado con " la muerte de verdad", Larry no parecía otra cosa que un payaso de cara triste.


Pobre Larry, se había pasado varios días en su cuarto despues del último reportaje del Newsweek: ¡Estar muerto está de moda!.




"Fantasmas", Chuck Palahniuk 

domingo, 16 de septiembre de 2007

¿Por qué?

Sentir, sentir, sentir, sentir, sentir...

¿No podría estar un poco viva y un poco muerta? Por favor.

viernes, 3 de agosto de 2007

Lágrimas


- Son curiosas esas lágrimas, ¿ no?
- ¿ Qué lágrimas?

Esas que salen aunque no lo desees. Que cada centímetro que avanzan en tu descompuesta cara queman al tacto de tu fina piel. Quizá sea que estás demasiado lastimada, o simplemente que están compuestas de puro ácido. Duele hasta el alma, literalmente por desgracia.

Ay, esas odiosas lágrimas, que no te dejan ver nada. Hacen que hasta la más luminosa farola sea un borrón imposible de distinguir al siguiente. Te trasportan a tu pequeño mundo, donde todo es igual a cuando te quitas tus enormes gafas de sabelotodo.

Pero... Ojala lo supieras todo: así sabrías cómo dejar de llorar.


domingo, 15 de julio de 2007

Vacaciones Góticas


Life gettin you down? In one of your dark depressed moods? Well..... HERE COMES THE SUMMER!!!!




viernes, 13 de julio de 2007

Friedrich Nietzsche

"... Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo, sólo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia, de la cual, por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de motivos para huir tan rápidamente como el hijo de Lessing. Ese orgullo, ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadora colocada sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el valor de la existencia, puesto que aquél proporciona la más aduladora valoración sobre el conocimiento mismo. Su efecto más general es el engaño —pero también los efectos más particulares llevan consigo algo del mismo carácter. El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir; aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe “formas”, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas. Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo, mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han conseguido eliminar los ronquidos. En realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que, al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre! ¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? "

Friedrich Nietzsche

lunes, 2 de abril de 2007

Mírame

Sientes como se acelera tu corazón. Quizá no es, o sí que lo es. Vaya... Lo es.
Te escondes, sabes que porque tú no mires el hecho de que esté allí no va a cambiar. Pero te sientes algo mejor, quizás no te ha visto. Quizá sí. Miras para comprobarlo. Necesitas hacerlo. Hazlo. Hazlo. Hazlo. Hazlo. Vaya, te está mirando.

¿Por qué? ¿Por qué te mira? ¿No dejaste todo claro ya, no le rechazaste por el miedo al rechazo? Tenías miedo de que viera realmente lo que eres, aquello que se esconde donde nadie ha conseguido llegar. Le dijiste que no... Pero te mira. Y no sabes que hacer, te estabas dirigiendo allí inconscientemente. Le saludas sin oír tan siquiera lo que dice porque sabes que no está solo. Te vas sabiendo que deberías quedarte. Que lo deseas, pero deseas más el irte corriendo y gritar a las nubes que no dejan de llorar. Gritar que hagas lo que hagas nada cambiará, que esas mariposas en el estomago no han salido y solo tienes gusanos.

Es así. Mírale una vez más para que tú corazón acabe por romperse del todo, para que no puedas recoger los trozos como habías hecho antes tantas otras veces. Esperas aun así que cuando mires tu corazón no se rompa. Deseas mírale. Miras. Se rompe. Él no te ve, la ve. Sigues mirando.

Te vas. Pero no de allí, sino a sentar. Después de todo, ya no tienes corazón. Una vez mas. Por suerte no la vez que peor. Sonríe, la máscara ya esta hecha a tu medida.
Hazlo. Hazlo. Hazlo. Mátale.

lunes, 12 de marzo de 2007

Willkommen.



Otro cachivache más por Internet.