Siempre he odiado estar muerta. No en el sentido en el que
las mejores funcionarias babearían por meterme en un ataúd, sino en el más y
puro sentido filosófico. Todo lo que pienso es mierda. Hay veces en las que
siento como los gusanos atraviesan mi piel, y me sorprendo jugueteando con
ellos tumbada en la cama mientras pienso en demasiadas cosas al mismo tiempo.
Debo plantearme tantos dilemas, hay tantas cosas que me gustaría cambiar de mi
misma y tantas cosas que no me permito, que hace que mi cerebro se descomponga
cada vez más rápido.
¿ Nunca habéis pensado en que si hubieseis hecho cualquier
otra cosa de pequeños, tal vez vuestra vida fuera mejor? O peor, claro. Yo lo que quería era tocar un instrumento, ¿de haberlo hecho quién sería "yo"?