domingo, 22 de febrero de 2009

Des-amor




Casi nunca se escriben textos desechando al amor, aborreciéndolo o despreciándolo hasta el tedio. Todos son textos sobre el anhelo al amante, el dolor por la pérdida, el deseo incumplido o la felicidad de poder disfrutar de los besos del prójimo.

Yo creía ser una romántica, pero últimamente soy más parecida al modelo clásico de hombre que huye del compromiso tras el primer beso y que sólo busca un poco de calor y placer... si se tercia, claro, quizás enamorarse. Aquel mismo tipo de hombre que ves, en las películas cómicas, manteniendo una relación que inicialmente prometía libertad pero que finalmente acaba hastiado con la típica mujer del modelo femenino-dependiente con frases como: "llámame", "¿con quién has estado hoy?", "no no, si yo no te estoy echando la culpa" (¡puff!).

No me gusta el modelo de la pareja estable y tradicional, con sus besos de hola/adiós, sus cenas insípidas y la cita para ir a ver una película los viernes por la noche. Cumplir meses y regalar bobadas con los nombres y la fecha, y, después, el polvo del fin de semana. No soporto prever nada, saber anticipar la próxima discusión por cualquier bobada y tener que planear la semana entera para rendir el número correcto de horas en la pareja. No me gusta tampoco ser ahora una de esas parejas.

Creo que soy un bicho raro, uno de esos que no se pueden cazar porque se mueren aprisionados. Todos queremos que nos quieran, yo no soy menos, pero quizás lo que no soporto es que me posean. Soy demasiado sáfica: mucha Afrodita y poca Hera.

jueves, 19 de febrero de 2009

Conversaciones nocturnas


- ¿Y tú qué haces cuando no puedes dormir?.
- Escibir.
- Pero, ¿escribir qué?

miércoles, 11 de febrero de 2009

Objetos y personas

Hay objetos que hablan, casi parece que gritan.
Personas que al mirarlos no pueden evitar oir lo que dicen.
Hay objetos que te cuentan chistes, mientras que la gran mayoría que guardamos tan sólo son unos melancólicos.
Personas que mantienen auténticas conversaciones con los objetos y que no pueden evitar sentir cierta empatía con ellos hasta el punto de derramar varias lágrimas por su irremediable pasado.

martes, 10 de febrero de 2009

Pandora, inicio de la misoginia

La mujer, origen del mal. Cada día le doy más la razón a la mitología, por desgracia.

Y al punto, a cambio del fuego, [Zeus] tramó males para los hombres: el famoso cojo modeló, por decisión de Crónida, una imagen con apariencia de casta doncella. La diosa Atenea de ojos verdes le dio ceñidor y la adornó con vestido de resplandeciente blancura; la cu­brió desde la cabeza con un velo, maravilla verlo, bordado con sus propias manos; y con deliciosas coronas de fresca hierba trenzada con flores. En su cabeza colocó una diadema de oro que él mismo cinceló con sus manos, el ilustre Pati­zambo, para agradar a su padre Zeus. En ella había artísticamente labrados numerosos monstruos, cuantos terribles cría el continente y el mar; de ellos grabó muchos aquél, y en todos se respiraba su arte, admirables, cual seres vivos dotados de voz.
Cuando hizo el bello mal, a cambio de un bien, la llevó donde estaban los demás dioses y los hombres, engalanada con los adornos de la diosa de ojos glaucos, hija de poderoso padre; y un estupor se apoderó de los inmortales dioses y hombres mortales cuando vieron el espinoso engaño, irresistible para los hombres. Pues de ella desciende la estirpe de femeninas mujeres (pues funesto es el linaje y la estirpe de las mujeres); gran desgracia para los mortales, con los varones conviven sin conformarse con la funesta pobreza, sino con la abundancia.
Como cuando en las abovedadas colmenas las abejas alimentan a los zánganos, siempre ocupados en misera­bles tareas -aquéllas durante todo el día hasta la pues­ta del sol diariamente se afanan y hacen blancos panales de miel, mientras ellos aguardando dentro, en los recubiertos panales, recogen en su vientre el esfuerzo ajeno-, así también desgracia para los hombres mortales hizo Zeus altisonante a las mujeres, siempre dedicadas a malvadas acciones.

martes, 3 de febrero de 2009

Mea culpa

¿Qué por qué no te lo dije? Nunca me habías preguntado. Tampoco sé que hubiera dicho.

Me declaro culpable.