Se levantó rápido para sentir ese ligero mareo en la cabeza
debido a su tensión excesivamente baja. Le encantaba marearse ya que así sentía
que valoraba más los ratos de ausencia de sensaciones que le precedían, además
tenía prisa y no podía llegar tarde: había quedado con su alma.
No tardó demasiado en llegar, ya se sabe que las almas son
bastante encontradizas con el cuerpo que merodean, y ella llevaba viéndose con
su alma algo más de 18 años. Cruzaron miradas de odio por verse corrompidas,
una por odiar lo que la otra piensa y la otra por esperar que el cuerpo no viva en
todo su esplendor.
Por desgracia ahora...
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