Todo eso me ha llevado a pensar qué clase de día es el que me gustaría revivir, ya que los días que estoy reviviendo no me atraen demasiado. Mi margen de actuación se ve muy reducido por el tema de pasar una media de 9 horas en la facultad (de las 17 que estoy despierta). De mis 7 horas "libres" se marcha hora y media -mínimo- en desplazamientos, dos horas en comidas varias, y una hora en vestirme/duchar/peinar/retocar/mimarme. Sumamos que tenga que hacer trabajos, estudiar o llevar leídas cosas para clase (tirando a la baja pongamos una hora). Seré sincera y pondré hora y media que pierdo mirando a las musarañas o con búsquedas trascendentales en internet... y me queda una hora. Suele coincidir a las 12 de la noche, cuando me acompaña la sensación de vacío, y suelo rellenarla siempre igual: leer en la cama, la misma lista de reproducción y poner el despertador para el día siguiente.
Podría parecer que la situación no tiene salida, pero nada más lejos de ser cierto. Cada día debería ser considerado como una pareja, a la que si no "cuidas" e introduces cambios terminará por destrozarte. De pequeños detalles se sobrevive, como descubrir cada día una canción, cambiar de series/películas, ir por otro camino a la facultad o simplemente hacerte una coleta en vez de llevar el pelo suelto. Ningún día debería ser igual al anterior, incluso cuando el margen de actuación del que se habla se reduce a una hora.
Variar una coma en un texto puede cambiarlo, modificarlo. Hay que hacer eso con cada día para que tenga sentido levantarse. Aunque solo se tenga una hora libre. Aunque solo se tenga un minuto hay que convertir ese minuto en una coma. Bastan 5 minutos para hacer tambalear el mundo.
Variar una coma en un texto puede cambiarlo, modificarlo. Hay que hacer eso con cada día para que tenga sentido levantarse. Aunque solo se tenga una hora libre. Aunque solo se tenga un minuto hay que convertir ese minuto en una coma. Bastan 5 minutos para hacer tambalear el mundo.
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