Nadie sabemos muy bien cómo hacer las cosas. Nos afanamos en intentar que todo salga bien, que nadie sufra, que no suframos, que no quede basura, que sea limpio. Lo cierto, lo únicamente cierto, es que no hay una
buena manera de hacer nada porque toda acción tiene un precio, ¿y realmente quién quieres que lo pague?
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